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Capítulo 15: Apoyo para los asistentes

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En este capítulo:

una mujer lee en voz alta a una mujer ciega que prepara comida. Todos necesitamos ayuda de vez en cuando. Rara vez pasamos un día sin que alguien nos ayude o sin que ayudemos a alguien, sea un pariente, un vecino, o inclusive un desconocido. Dar y recibir ayuda es parte de la naturaleza humana.

Generalmente, las mujeres con discapacidad necesitan ayuda todos los días. Cuando reciben la ayuda que necesitan, pueden llevar una vida más sana y feliz y pueden contribuir a su familia y a su comunidad.

El trabajo de ayudar a una mujer con discapacidad muchas veces da grandes satisfacciones, pero también puede ser estresante, sobre todo si la mujer necesita mucha atención. Este capítulo está dirigido principalmente a los parientes de las mujeres con discapacidad y a las otras personas que ayudan a esas mujeres a cuidarse. También les servirá a las mujeres con discapacidad para entender mejor las necesidades de sus asistentes.

Tomar decisiones juntas

una mujer hablando.
Ramona me dice qué tipo de ayuda necesita. ¡Ella es la que manda!

Si usted cuida a una mujer con discapacidad, debe recordar ante todo que ella es un adulto y no una niña. Si ella puede expresarse, deje que le diga con qué necesita ayuda y luego decidan ustedes juntas la mejor forma de hacer lo que necesita.

En lo posible, la mujer con discapacidad deberá estar a cargo de su atención y de su propia vida. Usted y sus otros asistentes deberán animarla a que se considere la capitana del ‘equipo’. Así podrá obtener la ayuda que necesita, pero no recibirá asistencia de formas que le parezcan innecesarias, inútiles o irrespetuosas.

En la medida de lo posible, hable con la mujer con discapacidad sobre lo que ella espera de usted. Pregúntele cuáles responsabilidades podrá compartir y qué es lo que usted necesitará hacer o no hacer. Tal vez a ella le molesta pedir ayuda para hacer cosas que preferiría hacer sola. Será más fácil que usted la atienda bien si hablan honestamente al respecto. Si no es posible que conversen, trate de ponerse en su lugar e imaginarse lo que sentiría.

Si la mujer es sorda y usa lenguaje de señas para comunicarse, aprenda ese lenguaje lo antes posible para que se comunique con ella.

Si la mujer es ciega, deje que ella le explique cómo quiere que le ayude a movilizarse. No la tome del brazo o de la mano para empezar a guiarla. Deje que ella la tome a usted del brazo primero. Además, si usa un bastón, asegúrese de que siempre lo tenga a la mano.