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La historia de Laura y Luis
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Luis era 12 años mayor que Laura y él ya era un próspero comerciante cuando ellos se conocieron. Él vendía sus mercancías a la tienda donde Laura trabajaba como encargada. Luis era encantador y le hablaba a Laura sobre el tipo de vida que podrían tener juntos. Él le decía a Laura que le compraría todo lo que ella quisiera y que ella sería su “mejor mujer”. Él le compraba ropa nueva que le gustaba que Laura se pusiera, y le hablaba de lo bonita que se vería si se dejara de vestir de la manera en que ella acostumbraba. Con el tiempo, él empezó a verla a diario, y poco después le pidió que dejara de trabajar y que se casara con él.
Después de casarse, Laura esperaba que Luis cumpliera sus promesas. Pero en vez de eso, las cosas empezaron a cambiar. Él no le permitía a ella salir, porque decía que se veía muy fea. De hecho, él cogió toda la ropa bonita que le había regalado y la quemó, diciendo que esa mujer fea y estúpida no se merecía esa ropa.
En una ocasión, Luis regresó a casa al mediodía y tiró toda la ropa lavada que estaba tendida, acusando a Laura al mismo tiempo de acostarse con un amigo de él. Cuando ella le dijo que simplemente había ido a visitar a su mamá, Luis le dijo que era una puta mentirosa y la golpeó. Él le dijo que ella ya no iba a ir a ver a su familia—y que su familia ya no la quería. Nunca más volvió a decir algo al respecto, pero cuando llegó a casa esa noche, él le trajo a ella un regalo y le dijo cuánto la quería y cuánto quería cuidarla.
Cuando Laura se embarazó, ella pensó que Luis empezaría a tratarla mejor. Pero parecía que el embarazo le había dado a él más pretextos para maltratarla. Cuando se enojaba, empezaba a golpearla y a patearla en el estómago. Ella tenía un gran temor de que perdería al bebé, pero no tenía a dónde ir. Le había creído a Luis cuando él le había dicho que su familia ya no la quería y, además, ella no tenía dinero propio. Había temporadas en que Luis pasaba varias semanas sin perder el control, y Laura se convencía a sí misma de que todo estaba bien. Después de todo, él sí la quería. Si tan sólo ella pudiera aprender a no hacerlo estallar. Ella se esforzaba aun más que antes, pero nada le daba resultado.
Los años fueron pasando y Luis bebía demasiado, aventaba a Laura contra las paredes y la forzaba a tener relaciones sexuales con él, aun cuando ella tenía el cuerpo adolorido a causa de las golpizas que él le daba. Laura despertó una noche y descubrió que Luis la estaba amenazando con un cuchillo en la garganta. Al día siguiente, él le dijo a ella que se estaba imaginando cosas; que estaba loca. Él siempre le decía que si ella le contaba a alguien “mentiras” acerca de él, la mataría. Ella no le decía a nadie y salía lo menos que podía. Ella odiaba la idea de que alguien viera sus moretones y supiera lo que él le hacía. Laura muchas veces pensaba en irse, pero no sabía a dónde huir.
Después de 12 años de ser su esposa, Laura no sólo tenía miedo de lo que Luis pudiera hacerle, pero sin él, ella no tendría casa, dinero, ni un padre para sus hijos. Luis había hablado mal de ella en la tienda donde solía trabajar, y ella sabía que, a causa de sus hijos, nadie la aceptaría como sirvienta. Laura se sentía muy sola.
El padre de Laura había muerto y su madre vivía con la familia de su hermano. Ellos no tenían espacio para ella y para sus hijos. Su hermana era muy religiosa y le decía a Laura que era su deber quedarse con su esposo, aunque él la matara. Laura tenía tanto trabajo en casa que siempre estaba ocupada. Y como Luis se enojaba cuando ella salía o cuando alguien venía de visita, Laura dejó de ver a sus amigos. Ella estaba segura de que ellos habían renunciado a su amistad hacía mucho tiempo. Además la mayoría de la gente no pensaba que tuviera nada de malo que los hombres ‘castigaran’ a sus esposas.
Luego vino la noche en que la hija de Laura cumplió 11 años. Ella vino a hablar con Laura llorando y le dijo que Luis la había lastimado “allí abajo”. Laura sintió una gran conmoción. Ella había pensado que el comportamiento de Luis no afectaría a sus hijos. Ella sabía que no tenía caso enfrentársele, pero no permitiría que volviera a lastimar a sus niños.
Cuando Laura había perdido su último embarazo, la trabajadora de salud que la había examinado le había hecho preguntas acerca de sus heridas. Laura le había dado algún pretexto. La trabajadora de salud había asentido con la cabeza, pero le había dado una tarjeta a Laura con una dirección en el pueblo de junto. Le había dicho a Laura que si alguna vez decidía irse, podía ir allí con sus hijos. Pero le había advertido que debía estar segura de que estaba lista para huir cuando lo hiciera. Ya estaba lista.
Un hombre le puede hacer a su mujer lo que él quiera.
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El problema sólo se debe a que él bebe...
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La verdad: Ningún hombre tiene derecho a golpear a su esposa. Nada que una mujer haga le da a un hombre el derecho de lastimarla, aunque él piense que ella se lo merece—o aunque ella misma piense que se lo merece. | La verdad: El alcohol no es la causa de la violencia, pero muchas veces sí la empeora. La violencia también es común en lugares donde la gente no bebe alcohol. |
Él no la golpearía
si no la quisiera tanto. |
Es asunto de ellos. No es correcto meterse en los asuntos privados de una pareja.
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La verdad: Las palizas no son seña de cariño. Amar a una persona significa respetarla y tratarla bien. | La verdad: La violencia no es sólo un asunto familiar. Muchas mujeres son lastimadas o asesinadas. La violencia es un problema social y un problema médico comunitario. |
Sólo los hombres pobres e ignorantes golpean a sus esposas.
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Es mejor para los niños que ella se quede con él. Él aún puede ser un buen padre para ellos.
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La verdad: La violencia no sólo es un problema relacionado con la pobreza o con la ignorancia. Puede haber violencia en cualquier hogar: de ricos o pobres, de gente con mucha o poca educación, en la ciudad o en el campo | La verdad: No siempre es mejor para una familia que una mujer se quede con un hombre violento. Él les está enseñando a los niños maneras equivocadas y terribles de lidiar con sus sentimientos y de tratar a las mujeres. Él no está siendo bueno con sus hijos si golpea a su madre—o si los golpea a ellos mismos. |