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La “donación” de alimentos transgénicos
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Muchos países no permiten que los alimentos transgénicos se cultiven o compren dentro de sus fronteras. Pero incluso en ellos, los alimentos transgénicos podrían encontrar la manera de difundirse en el suministro de alimentos. En los países pobres, los alimentos transgénicos pueden introducirse en los mercados y campos mediante la ayuda alimentaria.
Cuando los países se enfrentan a casos de hambruna, generalmente reciben granos de ayuda de Naciones Unidas o de ciertos países. Generalmente, cuando los países donantes producen los granos transgénicos, los dona como ayuda alimentaria. Esto obliga a los agricultores, a la población hambrienta y los gobiernos a escoger entre los alimentos transgénicos o la inanición.
Pero a veces, a pesar de los desastres, los gobiernos mantienen firmemente su postura. Por ejemplo, en el invierno del 2002, cuando se produjo una hambruna grave, Zambia y Zimbabwe recibieron una oferta de maíz transgénico como ayuda alimentaria. Zambia rechazó esta ayuda. Después de esta decisión, los donantes extranjeros contribuyeron con dinero en efectivo para comprar alimentos de otros países africanos que habían producido alimentos de más. Algunos países europeos donde los alimentos transgénicos son ilegales respondieron ofreciéndoles ayuda alimentaria con granos no transgénicos.
El gobierno de Zimbabwe también sintió la presión de mucha gente hambrienta. Zimbabwe aceptó la asistencia de alimentos transgénicos, pero sólo después de firmar un convenio para que el maíz fuera molido antes, de modo que no se pudiera sembrar después y no causara problemas en el futuro.
Bancos comunitarios de semillas
En todo el mundo las comunidades están respondiendo a la amenaza de los cultivos transgénicos. Algunas personas exigen que los gobiernos pongan etiquetas a los alimentos transgénicos de manera que se pueda evitar la compra y consumo de éstos. Otros rechazan que se permita la siembra de cultivos transgénicos en sus regiones. Muchas comunidades han vuelto a sus prácticas tradicionales de almacenaje de semillas y a un control comunitario de semillas.
Cuando la comunidad toma el control de las semillas, guarda una variedad de semillas para sembrar en el futuro y mantiene un registro cuidadoso de éstas. De esta manera las comunidades mantienen vivos importantes recursos de semillas y protegen la biodiversidad. También pueden evitar que la gente de fuera reclame los derechos de propiedad sobre sus semillas tradicionales.
Los gobiernos pueden y deben mantener bancos o reservas nacionales de semillas para garantizar la conservación de diferentes cultivos y evitar que las variedades de cada planta escaseen o desaparezcan. Mantener el control de la provisión de semillas es un paso esencial para garantizar la seguridad y soberanía alimentaria.
La gente del pueblo organiza el intercambio de semillas
Los habitantes de Vicente Guerrero, un pueblo mexicano, estaban preocupados por la pérdida de sus semillas tradicionales. Los más viejos recordaban la época en que había muchas variedades de maíz e incluso una mayor variedad de frijoles. Ahora sólo había 2 variedades de maíz y 4 de frijoles. Sabían que las empresas productoras estaban creando nuevos tipos de semilla que sólo pueden usarse durante un año, o que necesitan costosos productos químicos para crecer. Ante esta situación, decidieron tomar acción.
Invitaron a la gente de la región a una gran fiesta pidiendo a todos traer alimentos para cocinar y además sus semillas favoritas. La gente podría intercambiar las semillas entre sí, preparar platos con sus ingredientes vegetales favoritos y charlar sobre el origen de estos cultivos, explicando de donde vinieron y cómo crecieron. A esta reunión la llamaron el “intercambio de semillas”.
Algunos agricultores trajeron variedades de maíz y frijoles que otros no habían visto en muchos años. Repartieron las semillas para que los demás pudieran sembrarlas. Ese año, en la reunión de intercambio, se presentaron 5 clases de maíz y 8 de frijoles. Al año siguiente, la noticia del intercambio de semillas se había propagado en toda la región y los agricultores compraron semillas que ni sus abuelas habían visto desde que eran niñas.
Después de unos años, los pobladores habían recolectado más de 20 clases de maíz y más de 40 de frijoles. La variedad de semillas asegura que cada año crezcan algunos tipos de maíces o frijoles, ya que cada una de ellas se adapta para crecer mejor en diferentes circunstancias, algunos en terrenos con mucha pendiente y secos, otras en valles húmedos, otras variedades crecen mejor en planicies, etcétera. Muchos habitantes de Vicente Guerrero comenzaron a sembrar estos cultivos y ahora ya no temen perder el control de sus semillas. El consumo de una variedad de plantas también ha logrado que mejore su dieta.
En la actualidad otros pobladores de la región también organizan los intercambios de semillas, y gracias a esto muchos cultivos anteriores se están recuperando. Los agricultores de Vicente Guerrero dicen que al sembrar los cultivos tradicionales no sólo mejora su seguridad alimentaria, ¡sino que esto también les brinda la oportunidad de hacer una gran fiesta!