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¿Qué es la discapacidad?
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Una mujer que tiene una discapacidad quizás se mueva, vea o aprenda y entienda las cosas de una manera diferente que una mujer sin discapacidad. Tal vez haga las actividades de la vida diaria (como comunicarse, comer, bañarse, vestirse, levantarse después de estar acostada, y cargar o alimentar a su bebé) de una forma distinta. Para ella, adaptarse a sus limitaciones es una parte normal de su vida.
Más allá de la habilidad de cada mujer para resolver los problemas causados por su discapacidad, ella enfrenta barreras sociales, físicas, culturales y económicas que pueden impedir que obtenga atención médica, educación, capacitación laboral y empleo.
Sumario
Los prejuicios y la falta de conocimiento crean barreras
Los prejuicios y las ideas equivocadas sobre lo que las mujeres con discapacidad pueden y no pueden hacer dificultan que una mujer con discapacidad tenga una vida plena y saludable, y que participe en la vida comunitaria. Aumentan su discapacidad al crearle barreras que la dejan fuera de la escuela, el trabajo y las actividades sociales.
Por ejemplo, un maestro cree que una niña no puede aprender porque es ciega o sorda, pero el problema no es la limitación de la niña para ver u oír. Una niña que es ciega puede aprender usando el oído y otros sentidos, como el olfato y el tacto. Aprenderá aún más si tiene libros en Braille o información grabada en cintas de audio o discos compactos. Y una niña que es sorda puede aprender cuando se le enseña usando un lenguaje de señas y métodos visuales.
Una mujer que no puede caminar podría tener una ocupación muy buena, ganar dinero y mantener a su familia. Pero si su familia o su comunidad se avergüenzan de la forma en que ella se mueve y por eso la quieren esconder, entonces ella quedará discapacitada a causa de esos prejuicios.
Es normal que en todas las comunidades haya personas con discapacidad. Pero no es normal que la gente discrimine en contra de una persona y la excluya por causa de un impedimento. ¡Eso es discapacitante!
Nosotras nos encargaremos de nuestras discapacidades, pero sólo ustedes pueden dejar de causar la discriminación social que enfrentamos.
La discapacidad es una parte de la vida
Siempre habrá personas que nazcan con discapacidad. Además, siempre habrá accidentes y enfermedades. Sin embargo, los gobiernos y las comunidades pueden y deben tomar medidas para acabar con las causas sociales de la discapacidad, o sea las limitaciones que las personas con discapacidad enfrentan a causa de los prejuicios y las barreras sociales, culturales, económicas y físicas a su participación en la sociedad. La salud física y mental de las mujeres con discapacidad mejorará cuando se aumente el acceso a todas las instalaciones y actividades comunitarias, se cree oportunidades de trabajo, y se eliminen los prejuicios.
Mujeres con discapacidad dan el ejemplo en Bangalore, India
En la ciudad de Bangalore, en el sur de la India, 4 jovencitas con discapacidad física —Shahina, Noori, Devaki y Chandramma— hacen aparatos y prótesis para otras mujeres. Trabajan en el Taller de Aparatos de Rehabilitación Hechos por Mujeres con Discapacidad. El Taller fue fundado en 1997 por 8 mujeres con discapacidad quienes se capacitaron para hacer aparatos de movilidad con una organización no gubernamental llamada Mobility India.
Había otros talleres antes de que las mujeres abrieran el suyo, pero todos los técnicos que tomaban las medidas y hacían los aparatos eran hombres. Las mujeres con discapacidad no se decidían a ir a verlos porque les daba pena que las midieran y les ajustaran los aparatos. Por eso, muchas mujeres no tenían los aparatos que les hubieran permitido movilizarse.
A medida que las mujeres del taller fueron desarrollando más habilidades y tuvieron más confianza, empezaron a prestar servicios a otras organizaciones que apoyan a las personas con discapacidad, y también a varios hospitales y doctores particulares en Bangalore. Actualmente, en el taller se fabrica una gran variedad de aparatos para tobillos, pies y rodillas, incluyendo muletas, andadores, zapatos, férulas y prótesis (piernas y pies artificiales).
Las mujeres administran su negocio: consiguen los materiales para hacer los aparatos, llevan un registro de sus clientes y los visitan regularmente para verificar que les va bien con los aparatos. El taller también anima a otras mujeres con discapacidad a ser técnicos y les enseña a hacer y reparar aparatos y prótesis. Eso promueve el reconocimiento social y la igualdad para las mujeres con discapacidad, sobre todo de aquellas que fueron abandonadas por sus familias, y les brinda una manera de ganarse la vida.
Recursos y oportunidades
sobre nuestra propia
salud y nuestra vida.
En muchas comunidades, las mujeres tienen menos recursos y menos oportunidades que los hombres. Esa desigualdad entre las mujeres y los hombres también existe entre las personas con discapacidad.
Las sillas de ruedas, prótesis, clases de lenguaje de señas, tablas de Braille (que permiten que las personas ciegas lean) y otros recursos, generalmente son caros, y están menos disponibles para las mujeres con discapacidad que para los hombres. Sin esos recursos, para las niñas y mujeres con discapacidad es muy difícil estudiar y valerse por sí mismas. Por eso, ellas tienen menos oportunidades de empleo, menos control sobre su propia vida y menos participación en la vida comunitaria.
Las barreras físicas
Muchas mujeres con discapacidad no pueden entrar en los bancos, hospitales y otros edificios de su comunidad porque éstos no tienen rampas, barandales, elevadores o ascensores. Las barreras físicas dificultan la movilidad de las mujeres con discapacidad y las hace dependientes de la ayuda y la voluntad de otras para poder trasladarse de un lugar a otro. Cuando esas barreras les cierran el paso a las mujeres, muchas veces impiden que ellas obtengan buenos alimentos, suficiente ejercicio o la atención de salud que necesitan.
Muchas personas, entre ellas trabajadores de salud, pensarán que si una mujer que usa silla de ruedas no puede entrar a un edificio porque sólo hay escaleras, entonces ella necesita aprender a usar férulas o muletas, o pedir que alguien la cargue. Pero lo que le impide entrar al edificio son las barreras físicas y no su discapacidad. Si hubiera una rampa, ella podría entrar en silla de ruedas y no habría ningún problema.
Los cooperantes vienen a los pueblos, vienen con sus proyectos de desarrollo. Y allí trabajan con las mujeres, con todas las mujeres. Y la mujer con discapacidad… también está criando a su familia. Ellos van a instalar proyectos de agua potable que la mujer con discapacidad no va a poder usar. Ella también va a querer sacar agua. Y ellos no piensan en eso para nada.
— De una mujer de Zimbabwe,
que asistió al 3er Congreso Mundial
de la Mujer en Nairobi, en 1985