Hesperian Health Guides
Capítulo 23: Energía limpia
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La energía es necesaria para iluminar nuestros hogares, cocinar las comidas, extraer y acarrear agua y para realizar nuestras actividades diarias. A veces se trata de energía humana, como la fuerza para caminar, cortar madera, o levantar un balde, pero con frecuencia se trata de electricidad para encender las luces, bombear agua y accionar los ventiladores y otras máquinas.
La electricidad facilita nuestras vidas y nuestros trabajos. Nos permite tener luz para trabajar y estudiar, refrigeración para mantener nuestros alimentos y medicamentos fríos de modo que no se dañen, hace funcionar los molinos de maíz, taladros, etcétera que facilitan nuestras tareas, y los radios y televisores que nos mantienen informados y entretenidos. Todas estas cosas pueden mejorar nuestra salud y hacer que nuestras vidas sean más cómodas.
Desgraciadamente, el acceso a la electricidad es un sueño inalcanzable para mucha gente. La mayor parte de la electricidad se usa en las ciudades y en los países ricos del norte. De los 6 mil millones de habitantes del mundo, 2 mil millones no tienen electricidad.
También usamos la energía para el transporte, generalmente proveniente de combustibles fósiles como la gasolina o el diesel, que ponen en marcha automóviles, autobuses, camiones, trenes y aviones. Como ocurre con la electricidad, los países ricos consumen más de su justa parte de combustible para el transporte. Para evitar la contaminación y reducir el cambio climático, el mundo debe quemar menos petróleo, carbón y gas natural. La gente de los países ricos, que utiliza demasiado, debe utilizar menos.
Para que todos tengan suficiente electricidad y transporte sin aumentar el cambio climático, debemos cambiar a fuentes de energía no contaminantes (energías limpias, o energías renovables). Estas incluyen la energía del viento, la energía solar, la energía hidroeléctrica y el biogás.