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Las promotoras de salud detienen el cólera
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Día tras día la gente traía a los miembros de su familia al centro médico del pueblo de Manglaralto. Llegaban débiles, temblando, con fiebre y sufriendo una terrible diarrea líquida y deshidratación (pérdida excesiva de agua del cuerpo). Las y los promotoras de salud se dieron cuenta de que se trataba de una epidemia de cólera y mucha gente moriría si no reaccionaran rápidamente para detenerla. Debido a que el cólera contamina el agua potable y se transmite fácilmente de una persona a otra, las promotoras de salud sabían que no bastaba con tratar a las personas enfermas. Para evitar que el cólera se propagara, tendrían que encontrar la manera de que todos en Manglaralto y en los pueblos vecinos contaran con agua potable y sanitarios seguros.
Las promotoras de salud comenzaron a organizar a los pobladores que aún estaban sanos y pidieron ayuda a las organizaciones locales. Convencieron a una organización que tenía contactos en otros países a contribuir dinero para iniciar un programa de emergencia para proveer agua potable y sanitarios.
Las promotoras de salud llamaron al proyecto Salud para el Pueblo y organizaron comités públicos de salud en cada pueblo. Los miembros del comité seleccionaron a los “educadores de salud locales”, los cuales fueron capacitados para enseñar a la gente la importancia del agua y el saneamiento (construcción y mantenimiento de los sanitarios y lavado de las manos para prevenir la propagación de los microbios). De esta manera las promotoras de salud permitieron que los mismos pobladores se hicieran responsables de una parte importante de la lucha contra el cólera y para la salud ambiental en sus comunidades.
Sumario
Trabajar juntos para lograr el cambio
Lo primero que los promotores de salud locales hicieron fue enseñar a la gente cómo el cólera y otras enfermedades que causan diarrea pueden propagarse (ver "Qué hace que el agua no sea potable?"). Luego ayudaron a cada familia y a cada pueblo a asegurar que el suministro de agua era seguro y potable (ver "Cómo purificar el agua para beber"). También enseñaron a la gente cómo detener la deshidratación (la causa principal de la muerte por diarrea) preparando un suero de rehidratación con azúcar, sal y agua hervida y dándosela a beber a los niños y a cualquier otra persona con diarrea. En las escuelas, iglesias, mercados, centros comunitarios y demás espacios públicos enseñaban a prevenir el cólera haciendo que la gente se lavara las manos y utilizara sanitarios seguros. Después de unas cuantas semanas el cólera había casi desaparecido.
Sin embargo, los promotores de salud sabían que tenían más trabajo por hacer para asegurarse de que el cólera no atacara de nuevo.
Con la ayuda de los ingenieros del lugar, la gente se reunió para construir un sistema de distribución de agua entubada, para mejorar los sanitarios de fosa en cada pueblo y para asegurarse de que cada hogar contara con suficiente agua para bañarse. Los pobladores mismos hicieron el trabajo y aprendieron cómo limpiar y mantener el suministro de agua y los sanitarios. También se aseguraron de que los animales se mantuvieran cercados (para que los desechos no contaminen las fuentes de agua) y que los recipientes de agua estuvieran cubiertos para evitar que los zancudos, portadores de enfermedades, se propagaran.
A medida que el trabajo avanzaba, la gente de otros poblados se incorporó al proyecto. Comenzando con 22 pueblos, Salud para el Pueblo alcanzó 100 pueblos al poco tiempo de haber comenzado. Pronto no hubo más cólera en toda la región y se habían reducido también otras enfermedades.
¿Qué factores contribuyeron al logro de la salud?
Salud para el Pueblo fue muy eficaz para detener el cólera y proseguir con la solución de otros problemas. Esto pudo hacerse porque los promotores de salud:
- Trabajaron con la gente en sus hogares. Los trabajadores de Salud para el Pueblo capacitaron a la gente casa por casa para que mantuviera limpias las fuentes de agua. Esto ayudó a los equipos de salud a enterarse de otros problemas y ganarse la confianza de la comunidad.
- Hicieron que muchos grupos se unieran. Organizaciones locales, el gobierno local, organizaciones internacionales y nacionales no-gubernamentales (ONG), y el Ministerio de Salud, todos trabajaron juntos. Esto permitió que todos sus recursos y experiencias estuvieran disponibles para ayudar a detener la epidemia. Al trabajar juntos evitaron el problema de que una organización hiciera el mismo trabajo que otra, o que trabajara en contra de otra.
- Valoraron a la gente como el recurso más importante. No culparon a los pobladores por los problemas de salud, y no dependieron sólo de la ayuda externa a las comunidades. Se valieron más bien de las propias experiencias de las personas para trabajar en busca de un objetivo común. Utilizaron juegos, títeres, canciones, discusiones y actividades de educación popular para unir a la gente y compartir sus conocimientos y habilidades. Estas actividades motivaron a los pobladores, ya que vieron cómo su propio conocimiento y participación solucionaban graves problemas de salud.
Cómo se fue ampliando la visión de la salud ambiental
Con el tiempo, las promotoras de salud también se dieron cuenta de que los insectos portadores de enfermedades se reproducían en la basura y en los basureros. Realizaron reuniones comunitarias acerca de la necesidad de limpiar las calles y de mejorar la forma de desechar la basura. En cada poblado se formó un grupo de “promotores comunitarios de salud ambiental” que organizaban jornadas de trabajo para que todos recogieran la basura. Con la ayuda de un ingeniero, las y los promotores de salud ambiental convirtieron los basureros peligrosos en lugares adecuados para recibir los desechos llamados rellenos sanitarios. En los años que siguieron, los promotores consideraron la posibilidad de lanzar un programa de reciclaje para reducir la cantidad de basura en los rellenos. Cuando una agencia internacional donó un camión grande, pudieron transportar la basura al centro de reciclaje regional. El dinero que ganaron con el reciclaje ayudó a pagar la gasolina y otros gastos de mantenimiento del camión.
En 1996, a 5 años de haberse iniciado, Salud para el Pueblo había construido cientos de sanitarios, instalado varios sistemas de distribución de agua entubada, cavado 2 rellenos sanitarios, iniciado un programa de reciclaje, y había empezado a ayudar a la gente a sembrar huertas comunitarias.
Más adelante, en 1997 se produjo un desastre. El llamado “Fenómeno del Niño” desató numerosas tormentas de lluvia que golpearon las costas del Ecuador. Durante 6 meses se produjeron vientos fuertes y lluvia casi a diario. Los vientos arrancaron los árboles, las lluvias convirtieron los cerros en lodazales, los valles se inundaron con la crecida de los ríos y pueblos enteros fueron destruidos. Los sanitarios, las tuberías de agua y años de arduo trabajo fueron arrasados.
A medida que los cerros se desplomaban, el trabajo de Salud para el Pueblo casi se desplomaba con ellos. Para comprender mejor la causa de estos sucesos, es necesario que conozcamos la historia de la región.
Un cerro sin árboles es como una casa sin techo
Los cerros y montañas de las costas ecuatorianas estuvieron en una época cubiertos de densos bosques tropicales. Los manglares crecían allí donde el agua de los ríos se mezcla con el agua salada del mar. Los manglares protegían a la costa de las tormentas y servían de refugio para diferentes tipos de peces y mariscos. Los árboles de bambú crecían a lo largo de los arroyos, protegiendo los bancos de arena para que éstos no se desgastaran o fueran arrasados por el agua (erosión). Los bosques estaban colmados de ceibas gigantes que daban sombra, y sus profundas raíces contenían el agua y la tierra. Los árboles de algarrobo crecían en las montañas empinadas, manteniendo la tierra en su lugar y evitando que se deslizara desde éstas. Las hojas de los árboles, que caían al suelo, enriquecían la tierra.
Antes |
Después |
Las personas vivían en los bosques, junto con venados, aves, insectos, lagartijas y muchos otros animales. La gente construía su casa de bambú y hojas de palmera. Había animales para cazar, moras silvestres para comer y agua y tierra fértil para los huertos y pequeñas granjas.
Sin embargo, en el transcurso de los últimos 100 años, muchos árboles fueron derribados para construir la línea del ferrocarril y para construir casas. Más adelante una empresa japonesa vino y derribó la mayoría de los árboles que quedaba, utilizando el ferrocarril para llevar la madera al puerto y embarcarla rumbo al Japón. Como la madera de los bosques tropicales es muy dura, la vendieron a buen precio. Cuando los árboles desaparecieron, la compañía también se marchó. El ferrocarril terminó en malas condiciones y con el tiempo quedó abandonado.
En la actualidad las montañas de las costas ecuatorianas se han convertido en una especie de desierto. Hoy son de color café, sin sombra alguna. En la temporada seca el viento sopla sobre la tierra y el aire se llena de polvo. En la época de lluvias, el suelo se convierte en lodazal y las laderas de los cerros se derrumban. En 1997, cuando las tormentas del Fenómeno del Niño llegaron, no había árboles que pudieran proteger al pueblo de su fuerza destructiva.
Cómo se descubrieron las raíces del problema
Al ver que las lluvias habían arrasado poblados enteros (llevándose consigo los nuevos sistemas de distribución de agua entubada y los sanitarios), los promotores de Salud para el Pueblo entendieron que necesitaban hacer un trabajo diferente para prevenir desastres como éste en el futuro. La construcción de sistemas de distribución de agua y la promoción del saneamiento seguro sólo solucionaban una parte del problema.
En la región hay un dicho que dice “una montaña sin árboles es como una casa sin techo”. Esto significa que los árboles protegen las montañas y previenen la erosión producida por el viento y la lluvia, del mismo modo que el techo protege a la gente dentro de las casas. Los promotores de salud comenzaron a entender que estimular la reforestación y proteger los recursos naturales era tan importante como la promoción de salud ¡puesto que se trata de la misma cosa!
Con esto en mente los promotores lanzaron un proyecto de reforestación. Sin embargo, algunos pobladores no querían sembrar árboles. Un hombre llamado Eduardo se negó a participar en el proyecto.
“Demasiado trabajo”, dijo Eduardo, “sólo quieren que trabajemos gratis”. Convenció a otros habitantes del pueblo para que no apoyaran a los promotores de salud.
qué cedieron las laderas?
qué cortaron los árboles?
Preguntando varios “por qué” Gloria hizo que los pobladores entendieran las diversas maneras en que sus problemas de salud se relacionaban con el medio ambiente. Al concluir la charla, la mayoría de los pobladores aceptó que era importante sembrar árboles para prevenir la erosión y proteger el suelo. Pero Eduardo aún no se convencía.
Cómo promover la salud ambiental con eficacia
Gloria regresó desalentada al centro de salud. “Aunque entienden la importancia de los árboles, no quieren tomarse el trabajo de sembrarlos”, pensó. “¿Cómo los puedo convencer?” Justo entonces una abeja entró al cuarto y la asustó. Gloria la espantó, y luego la vio volar hacia afuera por la ventana hasta aterrizar en la flor roja de un árbol de algarrobo. Esto le dio una nueva idea.
Al día siguiente, Gloria juntó a los pobladores otra vez. Hizo otra pregunta y Eduardo fue el primero en contestar.
10 años porque los árboles crecen en ese tiempo.
Después de pensarlo detenidamente, los demás pobladores sostuvieron la siguiente
conversación:
Gloria dijo, “Si sembramos árboles con flores que atraigan a las abejas, podemos producir y vender miel. Las flores sólo tardan un año en florecer”. A los pobladores les gustó la idea. Incluso Eduardo acordó que intentaría sembrar árboles si podía aprender a producir miel.
Cuando Gloria se iba, Eduardo la detuvo y le dijo: “Cuando mi nieto estaba enfermo con diarrea le preparamos un mate con las vainitas del árbol de algarrobo, esto le sentó mejor que cualquier medicina del médico. Creo que sería una buena idea sembrar árboles de algarrobo. Podemos hacer una bebida medicinal y utilizar la miel que produzcamos para endulzarla”.
Gloria regresó al centro de salud muy entusiasmada con estos nuevos proyectos. Después de reflexionar sobre las reuniones, entendió que las cosas nunca funcionarían si ella les decía a los pobladores lo que tenían que hacer. Más bien, ella tenía que escuchar sus ideas y comprender sus necesidades para poder convertir sus propuestas en realidad y así convertirse en una promotora eficaz de la salud ambiental.