Hesperian Health Guides

Reservas forestales

En este capítulo:

La creación de parques y reservas forestales puede ser una forma de conseguir apoyo de organizaciones gubernamentales e internacionales para proteger los bosques y promover el ecoturismo. Sin embargo, los gobiernos y los grupos de conservación a veces creen que la única manera de proteger y conservar un bosque es mantener a la gente fuera del lugar. En muchos casos están equivocados, porque la gente que habita en los bosques sabe cómo usarlos y cuidarlos. Si la gente del lugar permanece en los bosques y administra ella misma los parques y reservas forestales, estará más capacitada para proteger estos
recursos que el gobierno o los grupos conservacionistas.

Personas con guadañas hablan mientras se acercan a un bosque donde un letrero dice "Reserva forestal protegida por el gobierno. Prohibido entrar."
¡Pero nosotros siempre hemos venido aquí a recolectar medicinas!
Tenemos que hablar con el gobierno sobre esto

En algunas reservas forestales las comunidades mantienen el acceso a los recursos mediante convenios con el gobierno y otras asociaciones locales, para manejar estos recursos en forma conjunta, un esquema que se conoce como “comanejo”.

El comanejo permite a los pobladores continuar con el uso tradicional y sostenible de los bosques y de sus productos. Las comunidades que administran las reservas forestales pueden también educar a otras comunidades sobre la importancia de proteger los bosques.

El bosque que sostiene tanto a la gente como a los árboles

En la selva amazónica del Brasil, con frecuencia surgen conflictos entre las empresas madereras, los ganaderos y otros trabajadores que obtienen utilidades de la tala de árboles, y los agricultores que viven en el bosque de las labores agrícolas, extrayendo goma y fabricando artesanías. Sólo después de haber destruido grandes extensiones de la selva, los trabajadores y los indígenas finalmente convencieron al gobierno de crear “reservas extractivas”: grandes extensiones de selva protegidas de la destrucción pero en las cuales se permite un uso restringido.

Desgraciadamente se negó el derecho de usar las reservas extractivas aún a aquellas personas que siempre habían habitado los bosques. Resultaba ahora que los mismos bosques por los que habían luchado ya no les proveerían sustento.

Un taburete de madera.

Los habitantes de la Reserva Forestal de la Comunidad de Tapajos tradicionalmente se ganan la vida mediante la siembra, la pesca, la caza y la utilización de los productos del bosque para fabricar canastas, canoas y otras artesanías. Pero también necesitan medicamentos, herramientas, combustible, electricidad y otras cosas para las cuales precisan ganar dinero. Con ayuda financiera construyeron el taller de carpintería Caboclo para el pueblo del mismo nombre, mezcla de gente indígena, afrodescendiente y de origen europeo. Valiéndose sólo de árboles talados para despejar las tierras agrícolas, comenzaron a fabricar muebles para vender en los mercados locales y nacionales.

Estos ingresos les abrieron la posibilidad de fabricar más productos de madera y aumentar aún más sus ganancias, pero no se les permitió cortar ningún árbol a menos que contarán con un “inventario forestal” y un “plan de manejo sostenible” aprobado por el Ministerio de Medio Ambiente.

Para cumplir con estos requisitos, tendrían que recolectar información acerca de la cantidad de madera que existía en los bosques y la cantidad de madera nueva que se producía cada año. El gobierno no creía que los pobladores podrían hacerlo puesto que muchos no sabían ni leer ni escribir. Pero se trataba de todo lo contrario: los pobladores eran los expertos natos del bosque. Durante muchos años habían servido de guía a científicos ambientalistas, recorriendo todo el bosque, enseñándoles las características de las plantas y los animales. Ahora los científicos les enseñaban a ellos a utilizar una herramienta sencilla para medir y calcular la producción forestal. Los pobladores lanzaron un proyecto para fabricar productos de alto valor como tablones y banquetas para carniceros, limitando el uso de la madera a la cantidad de árboles que crece cada año.

El Ministerio de Medio Ambiente aceptó su proyecto y ahora el taller de carpintería Caboclo permite generar ingresos sin abusar de los recursos forestales.

Los pobladores de la selva de la carpintería Caboclo han logrado lo que muchos científicos, economistas y expertos en desarrollo habían luchado por lograr: el establecimiento de un plan del uso sostenible de los bosques tanto para las comunidades como para el bosque.