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Seguridad en las minas
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Los trabajadores y las comunidades para protegerse de los daños necesitan información, equipo y capacitación para reducir la exposición a materiales dañinos. Los mineros y las comunidades con frecuencia forman comités de seguridad para garantizar que las condiciones sean lo más seguras posible. Los comités de seguridad también pueden prepararse para emergencias, con planes de transporte de trabajadores heridos y evacuación de cualquier persona que esté en peligro.
Los operadores mineros deben proporcionar equipo protector a todos los trabajadores y mantenerlo en buenas condiciones. Deben también asegurarse de que cada una de las operaciones mineras tenga suministros de primeros auxilios y que todos los trabajadores tengan acceso a éstos (ver el Anexo A). Lo más importante es que todos los trabajadores sean capacitados acerca de los peligros de las sustancias químicas y otros riesgos relacionados con actividades mineras, tales como el uso de explosivos y los derrumbes.
Para asegurarse que la minería cause el menor daño posible al medio ambiente, las comunidades junto con sus aliados deben monitorear el agua y el aire para ver si hay señas de contaminación. La gente que puede estar expuesta a los químicos tóxicos, polvo excesivo u otros peligros debe ser examinada por los trabajadores de salud en forma regular y recibir tratamiento a las primeras señas de problemas.
Sumario
Organizarse para mejorar la vida de los mineros
Los mineros bien saben que si trabajamos juntos, podemos mover montañas. |
Los mineros de todo el mundo han mejorado su vida, seguridad y salud mediante los sindicatos laborales y cooperativas, y presionado a las compañías mineras para que obedezcan las leyes y al gobierno para que las haga cumplir. También han organizado campañas para hacer cumplir los tratados internacionales para regular la salud y seguridad en las minas.
Las mujeres mineras organizan una cooperativa
En Bolivia, las mujeres recogen los restos de minerales de oro, plata y lata de las
pilas de desechos acumuladas cerca de las minas. Muchas mujeres se ven forzadas
a hacer este trabajo difícil después de que sus maridos mueren en accidentes
mineros o de silicosis. Trabajan largas horas, con frecuencia en agua contaminada
sin equipo protector y ganan muy poquito. En el pasado el gobierno ni se las
reconocía como trabajadores. Eran como gente invisible.
Un día, una compañía minera empezó a volar de un camino a través de los
basureros donde un grupo de mujeres estaba trabajando. Las mujeres treparon a la
punta de un cerro para protestar por la destrucción de su única fuente de ingreso.
No pudieron parar la voladura pero continuaron luchando por sus derechos.
Formaron una cooperativa para exigir más dinero de las compañías que
compraban sus restos de mineral. Las compañías se negaron a pagar más.
Pero el gobierno reconoció su lucha y emitió una ley que obliga a las compañías
a pagar a las mujeres cuando faltan al trabajo por enfermedad. Esto fue
un paso pequeño, pero fue la primera vez que el trabajo de las mujeres era
reconocido por el gobierno. Esta pequeña victoria inspiró a las mujeres y a otros
trabajadores mineros para continuar formando cooperativas y sindicatos y
organizando por la justicia.
Responsabilizar a las corporaciones
Muchas operaciones mineras son realizadas por empresas multinacionales cuyas sedes están en países lejanos a las minas. Esto hace difícil presionarlos para que cambien. Pero la gente alrededor del mundo se ha organizado y forzado a las corporaciones a cambiar sus prácticas e incluso a abandonar proyectos mineros.
Los mineros de asbesto ganan en la corte
Cuando Audrey era una niña, ella trabajaba en una mina de Sudáfrica, para la
Compañía Minera Cape, de Gran Bretaña. Su trabajo era de pisar los montones de
polvo de asbesto de modo que se podían empacar en bolsas para su embarque. Un
supervisor la vigilaba a ella y a otros niños para asegurarse que nunca paren de
trabajar. Si ella paraba, le daba un latigazo. Audrey se enfermó gravemente por
aspirar asbesto y lo mismo pasó con los otros trabajadores.
Treinta años más tarde, Audrey se unió a otros sudafricanos para demandar
a la compañía británica por los problemas de salud que le causaron. La compañía
hizo pasar 3 años argumentando que el caso debía ser tratado en las cortes de
Sudáfrica. Audrey y los otros trabajadores con los que trabajó creían que en una
corte de Sudáfrica no tendrían un tratamiento justo contra una compañía grande
que trajo tanto dinero al país. Audrey y los otros viajaron a otros países a contar
acerca de su lucha y obtener apoyo. Finalmente las cortes accedieron a tratar el
caso en Gran Bretaña, la sede de la compañía de asbesto.
Después de casi 5 años de batalla legal, la compañía se dio por vencida.
Pagaron a los mineros decenas de millones de dólares por el daño causado. Hoy en
día, la mayoría de los países prohíben la explotación de asbesto y muchos países
prohíben totalmente el uso de asbesto. Finalmente en 2008, Sudáfrica pasó de
ser uno de los mayores productores de asbesto a prohibir el uso o fabricación de
asbesto, o de cualquier producto de asbesto.