Hesperian Health Guides
La salud es un derecho humano
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Todas las mujeres con discapacidad, sin importar su condición social, deben tener acceso a la atención de salud. Entre otras cosas, la buena atención de salud consiste en servicios de salud gratuitos o económicos, o que tienen los costos cubiertos por un seguro u otro fondo de dinero. Se requiere también un sistema de transporte público que todos pueden usar fácilmente. Eso es particularmente importante para las mujeres que viven aisladas o que son pobres.
ser peligrosa. Pero ¿qué voy a hacer? Las medicinas son demasiado caras y la clínica queda muy lejos. Además, probablemente todos se reirán de mí.
La pobreza y la salud
Por todo el mundo, las políticas económicas y comerciales han creado más pobreza, menos recursos para la atención de salud y mayores diferencias sociales entre las personas. Debido a estas desigualdades, a las mujeres les cuesta más trabajo obtener atención de salud, tanto para sí mismas como para sus familias. En muchos casos, simplemente no les alcanza el dinero para pagar lo que se cobra por los servicios de salud, más los costos de las medicinas y del transporte.
Para las mujeres con discapacidad que también son pobres es muy difícil obtener servicios de salud. Por ejemplo, en la mayoría de los países de África, de cada 100 personas con discapacidad, sólo 1 tiene acceso a los servicios de salud que necesita. A la falta de servicios, se añaden los costos, las distancias, las barreras físicas y los prejuicios de la gente. Aun cuando una mujer tiene algo de dinero, los servicios de salud disponibles rara vez son adecuados para las necesidades de las mujeres con discapacidad, y en particular para sus necesidades de salud reproductiva.
Superando barreras en Nigeria
Ekaete Judith Umoh es una sobreviviente de la polio que vive en la región del delta del río Níger, una zona de Nigeria rica en petróleo. Hoy en día, alguna gente le dice ‘Doña Integración’ debido a su insistencia en que las niñas y mujeres con discapacidad sean incluidas en todos los programas de atención de salud y en cada etapa de la planificación y de los servicios. “Cada quien sabe donde le aprieta el zapato”, dice Ekaete. “Somos mujeres y tenemos derecho a los mismos servicios destinados a las demás mujeres en nuestra sociedad”.
En el año 2000 Ekaete fundó la Iniciativa Centrada en la Familia para Personas que Enfrentan Desafíos — FACICP (Family-Centered Initiative for Challenged Persons), organización no gubernamental cuyo objetivo es asegurar que los derechos y necesidades de las personas con discapacidad, especialmente las mujeres y niñas, sean respetados en todos los programas de atención de salud y desarrollo.
El proyecto ‘Atención de salud sin barreras’ de FACICP se focaliza en el sector de salud. “El objetivo del proyecto”, escribe Ekaete, “es lograr que los servicios de atención de salud reproductiva, incluida la información acerca del VIH/SIDA, sean accesibles para las mujeres con discapacidad. Estamos traduciendo al Braille información sencilla sobre salud reproductiva para mujeres ciegas y también implementando reuniones mensuales para platicar acerca de la educación sexual, en particular en lo que se refiere a embarazo, crianza y discapacidad”.
El FACICP ha comenzado a trabajar en red con la Sociedad para la Salud Familiar — SFH (Society for Family Health), organización que realiza actividades educativas sobre una amplia gama de temas relativos a la salud de las mujeres. “Ellos (SFH) acordaron invitarnos a todos sus programas de capacitación y talleres, y de esa manera crear más conciencia acerca de las necesidades de salud de las mujeres con discapacidad”, dijo Ekaete. El FACICP está trabajando para asegurar que los talleres se realicen en sitios accesibles para personas que usan sillas de ruedas, y que exista interpretación en lenguaje de señas para que las mujeres sordas puedan participar plenamente. Así, las mujeres con discapacidad pueden llegar a ser promotoras de salud en sus propias comunidades.
Ekaete y sus colegas también han desafiado a los gobiernos, las organizaciones multilaterales y la sociedad civil a utilizar un ‘enfoque desde la discapacidad’ en todo el trabajo de desarrollo, por ejemplo, que los proyectos financiados por el Banco Mundial incluyan a personas con discapacidad en la capacitación, asistencia técnica, consultorías, financiamiento de proyectos y distribución de recursos materiales. Así se podría asegurar que el derecho a la salud esté siempre presente y que las necesidades de las personas con discapacidad no se olviden. Como nos recuerda Ekaete, “Hay personas con discapacidad en todas partes. Tenemos los mismos derechos y los mismos privilegios que cualquier ciudadano”.