Hesperian Health Guides

Las buenas escuelas satisfacen las necesidades de los niños sordos

En este capítulo:

Todas las comunidades pueden tener buenas escuelas para los niños sordos y oyentes. Para tener una buena escuela, no se requieren mucho dinero, nuevos edificios o maestros ‘expertos’. Lo que se necesita es tomar en cuenta todas las necesidades de los alumnos. También se necesita contar con maestros que se comprometan a ayudar a todos los niños a aprender y a usar un idioma, sin importar su capacidad auditiva.

Las escuelas que responden a las diferentes necesidades de los niños sordos pueden cambiar la vida de esos niños. Por ejemplo, las escuelas pueden cooperar con los hospitales y otros servicios de salud para proporcionar pruebas de audición y de la vista, al igual que audífonos y anteojos. Se pueden prestar las escuelas para campañas de vacunación. Así será más fácil que los padres tengan al día las vacunas de sus hijos. También se pueden incluir la nutrición y el saneamiento entre las materias que se enseñan en la escuela.

Un grupo de padres de niños sordos conversan.
A los niños les gusta aprender de sus compañeros. Ellos han hecho buenos amigos y han aprendido a ser más responsables, por el bien de todos.
A mí me gusta más ser maestro que trabajar en la mina, aunque gano menos.
Y ahora toda la gente del pueblo está más consciente que antes de las necesidades de nuestros hijos.

Las escuelas pueden planificar tiempo para que los niños sordos aprendan y jueguen con los niños oyentes, sin permitir que algunos niños se burlen de otros. Cuando se enseña la historia y la importancia de la comunidad y las personas sordas, las escuelas podrán ayudar a los niños sordos a apreciarse y a sentirse importantes.

Muchas veces, a pesar de tener buenas intenciones, las escuelas cometen errores cuando admiten a los niños sordos por primera vez. Las escuelas necesitan informarse bien sobre la sordera, de la misma manera que los niños sordos y sus familias necesitan informarse bien sobre las escuelas. A continuación, se cuenta la historia de una familia que persistió hasta conseguir que su hija fuera a la escuela y cómo eso le cambió la vida a la niña.

La historia de Oyuna

Oyuna vive en un pueblito de Mongolia. Cuando cumplió 7 años, empezó a ir a la escuela de su barrio con los otros niños de su edad. Como Oyuna es sorda, sus padres tuvieron que insistir mucho para que la admitieran en la escuela. Tradicionalmente, la gente en Mongolia cree que los niños sordos son ‘anormales’ y que no deben estar con los niños ‘normales’. Los padres de Oyuna se sintieron muy afortunados de que el director de la escuela hubiera admitido a su hija.

Sin embargo, aunque Oyuna estaba yendo a la escuela, no tenía forma de comunicarse con los demás, excepto señalando las cosas y usando unos cuantos gestos y sonidos. Su maestra no podía comunicarse con ella. Al poco tiempo, era obvio que Oyuna no estaba aprendiendo nada. Los padres de Oyuna empezaron a desanimarse porque la única escuela para niños sordos quedaba muy lejos, en la ciudad capital.

Una mujer sostiene a un bebé y habla con su hija mayor.
¿Cómo podemos esperar que Oyuna, yéndose tan lejos, vaya a aprender algo sin el apoyo y el cariño de su familia? Sobre todo porque no le podemos explicar la situación y no tendríamos forma de estar en contacto con ella allá.


Entonces un vecino les contó de un programa nuevo en otra escuela cercana. Una maestra de esa escuela, que tenía un hijo sordo, les estaba enseñando el lenguaje de señas básico a los otros maestros. Los niños sordos y los niños oyentes estaban tomando clases juntos, en idioma hablado y en lenguaje de señas, en la misma aula.

Oyuna ayuda a un compañero a leer.


Ahora, Oyuna va muy feliz a su nueva escuela todas las mañanas. Los niños de su curso ganaron un premio en un concurso de matemáticas para todas las escuelas del pueblo. Y Oyuna ganó un premio por su buena letra. Oyuna ya no es una niña triste, que nunca sonríe, como cuando empezó a ir a la escuela. Ahora es una niña feliz y juguetona, que muchas veces ayuda a sus compañeros.

Las buenas escuelas tienen maestros dedicados al aprendizaje

Éstas son las cualidades más importantes que un maestro debe tener: debe creer que los niños sordos pueden tener éxito en la escuela y en la vida, y debe tomarse tiempo para entender las necesidades y las aptitudes de cada niño.

La mejor maestra es la experiencia
Una maestra sorda habla con su estudiante.
Di
‘ba’.
¡Ba!
En una escuela diurna para niños sordos en Tanzania, había una maestra que también era sorda. Ella no había estudiado para ser maestra, pero tenía tanta paciencia e imaginación que sacaba a relucir las aptitudes de cada niño. Como la maestra no podía oír las voces de los niños, les ponía una mano en el hombro para sentir las vibraciones de los sonidos que ellos hacían cuando estaban aprendiendo a hablar. También usaba el lenguaje de señas para comunicarse con ellos, les ayudaba a mejorar su letra y les enseñaba matemáticas contando tapas de botella.

Como la clase era pequeña, la maestra podía dedicar algún tiempo a cada uno de los alumnos. Ella aprendió a descubrir y a usar las aptitudes más fuertes de cada uno para ayudarles a aprender.

Muchas personas piensan que el mejor maestro para los niños sordos es un maestro con capacitación especial. Eso no siempre es verdad. La capacitación para enseñar a niños sordos no crea automáticamente un maestro mejor.

2 mujeres usan lenguaje de señas para hablar entre sí.
¡Ya está arreglado! Van a venir de la clínica de ojos del hospital para hacer un examen de la vista a todos nuestros niños.
¡Qué buena idea!

Muchos de los maestros para sordos no tienen la oportunidad de capacitarse en su propio país, así que se van a otros lugares que son muy diferentes a su propia comunidad. Cuando regresan, a veces descubren que lo que aprendieron en el extranjero es inapropiado o muy difícil de usar en las escuelas y en las comunidades de su propio país.

Una maestra que ha recibido capacitación para educar a niños sordos puede ser un recurso muy útil para otros maestros. Los maestros de los niños sordos y los maestros que tienen experiencia educando a niños oyentes pueden aprender los unos de los otros y aumentar sus conocimientos. Ese intercambio de experiencias beneficia a todos los niños.

Adultos sordos ayudan a los niños sordos a aprender

Los adultos sordos probablemente son los mejores maestros para los niños sordos. Las buenas escuelas invitan a los adultos sordos a participar en las clases como maestros, traductores y ayudantes. Los adultos sordos entienden los desafíos que enfrentan los niños sordos. Ellos pueden ser un buen ejemplo para esos niños y pueden ayudar a la gente a tener una actitud positiva hacia la sordera y hacia las personas sordas.

Un niño pequeño con un dibujo en la mano lo muestra a una niña mayor.
Los niños más grandes pueden ayudar a los más pequeños a aprender a leer y escribir.

Los niños pueden ayudarse entre sí a aprender

Muchos niños necesitan ayuda para aprender ideas difíciles. Los niños sordos muchas veces necesitan más ayuda que los demás niños para aprender a leer y a escribir. Los niños —sean sordos u oyentes, grandes o pequeños— pueden ayudarse entre sí para aprender nuevas habilidades y para sentirse a gusto en la escuela.


Los niños pueden participar en su propia educación
En una escuela de Zambia, un maestro animó a sus alumnos a hablar abiertamente sobre lo que querían aprender. Les sugirió diferentes ideas, como votar en la clase por los temas que más les interesaban.
Un grupo de niños hablan con una niña en su hogar.


Una semana, los niños decidieron aprender por qué la gente pelea y tiene guerras. Otra semana decidieron estudiar el clima y las razones por las cuales llueve durante la temporada de lluvias. A medida que las semanas fueron pasando, los niños se fueron interesando cada vez más en lo que estaban aprendiendo. Empezaron a portarse mejor y a ir a la escuela con más regularidad.

A fines del año escolar, los niños incluso iban por todo el pueblo buscando a los niños que no iban a la escuela para animarlos a que fueran.

Cuando los niños participan en su propia educación y trabajan juntos para solucionar problemas, reciben una educación más adecuada a sus necesidades. Llegan a tener confianza en sí mismos, en lo que aprenden y ¡en su habilidad para lograr cambios positivos en el mundo!

El apoyo familiar en la escuela es importante

Una mujer habla con una maestra.
Señora Gómez, estoy un poco preocupada porque nunca he tenido a un niño sordo en mi clase.
Ángela es una niña muy lista y sé que le va a ir bien aquí. Yo le puedo enseñar a usted algunas señas mientras encuentre a una persona que puede enseñarles el lenguaje de señas a usted y a los otros alumnos.

Los padres y otros familiares de una niña sorda juegan un papel mayor en la educación de esa niña. Los padres tienen experiencias que pueden compartir con la escuela y que ayudarán a enseñar a los niños sordos. Los padres también pueden trabajar con la comunidad para lograr que las escuelas les sirvan mejor a los niños sordos. Las escuelas que cuentan con grupos de padres activos pueden hablar sobre las necesidades educativas y afectivas de las familias de los niños sordos. Esas escuelas generalmente son mejores escuelas.

Los padres mismos comenzarán a exigir más de las escuelas a medida que vayan conociendo mejor las capacidades de sus hijos para aprender y que tomen mayor conciencia de su derecho a una educación.