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Capítulo 54: El trabajo: Oportunidades y adiestramiento

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En este capítulo:

Para mantenerse, la mayoría de la gente necesita trabajar. En las áreas rurales, muchas familias se dedican principalmente al cultivo de la tierra, la pesca, la caza u otras actividades para conseguir alimentos. Igual de importante es el trabajo de cuidar la casa y criar a una familia.

Las costumbres locales y la situación de la familia determinan a quién le toca hacer la mayor parte del trabajo. En la mayoría de las familias campesinas pobres, casi todos—mujeres, hombres y niños— ayudan con el trabajo para sobrevivir. Los niños de apenas 5 ó 6 años a menudo ayudan a cuidar a los bebés, alimentar a las gallinas, arrear las cabras, limpiar el grano y hacer otras tareas para que los adultos de la casa puedan dedicarse a otros trabajos. En muchas sociedades, los niños de 8 a 10 años ayudan más a su familia económicamente (contribuyendo con comida o dinero) de lo que la familia gasta en mantenerlos.

Paloma vuela de una cadena quebrada.

Trabajo que libera y trabajo que esclaviza

El trabajo puede ser—para el adulto o el niño—una buena o mala experiencia. Puede ayudar a la persona a ganar independencia y dignidad. O puede costarle su dignidad, libertad y salud. El trabajo afectará a los obreros según las condiciones en que se haga, lo justo que sean los salarios, los derechos que se concedan y el respeto e igualdad que existan entre los trabajadores y los jefes.

En ciertas situaciones, sobre todo en las ciudades, muchos niños se ven forzados a trabajar duro, por muchas horas y poco dinero, en condiciones peligrosas y sucias. Estas condiciones pueden ser crueles y pueden dañar para siempre el cuerpo, la mente o el espíritu del niño.

Niños con muletas haciendo trabajo agrícola con otros.

También en algunas áreas rurales, los niños de las familias más pobres tienen que trabajar mucho y duro, bajo muy malas condiciones. Sin embargo, para muchos de estos niños, la oportunidad de ayudar a sus familias a sobrevivir es una aventura mucho más emocionante que el juego. El poder cuidar a un bebé de verdad (y no sólo a una muñeca) o ayudar a la familia a producir sus alimentos les da a muchos niños un sentido de importancia, de confianza en sí mismos y de valor personal, que generalmente no tienen los niños de la ciudad.

A medida que el niño va creciendo, el cariño y los cuidados no bastan. Un joven tiene que sentir que alguien lo necesita. Ser independiente puede ser importante. Pero es igual de importante aprender a trabajar para y con otras personas, con el fin de satisfacer las necesidades de la familia, los amigos y la comunidad.

Con demasiada frecuencia, a los niños con discapacidad no se les da la oportunidad de contribuir al trabajo de la familia o la comunidad, o de desarrollar las destrezas necesarias para hacerlo. La familia y la comunidad necesitan pensar en el futuro del niño con discapacidad. Necesitan encontrar distintas formas de ayudarle a desarrollar sus habilidades, para que así él pueda jugar un papel valioso en la comunidad.

El trabajo pagado no es el único papel importante en la sociedad

En algunas culturas, sobre todo en Europa y en los Estados Unidos, se le da una gran importancia al trabajo pagado. A veces, parece que el valor de una persona se mide por lo que gana. En los lugares donde existen dichos valores, una de las principales metas de la rehabilitación es preparar a las personas con discapacidad a trabajar para ganar dinero.

Pero ¡cuidado! Quizás esa meta no sea muy apropiada en otras partes del mundo. Las tradiciones y los valores varían según el lugar. Algunas sociedades tienden más que otras a aceptar a las personas que no ganan dinero o que no ‘producen’, siempre y cuando participen y contribuyan de alguna otra manera.

También debemos recordar que en los países pobres el nivel de desempleo (gente sin trabajo) es a menudo muy alto, aun para los que no tienen discapacidad. Por eso, puede ser muy difícil que una persona con discapacidad consiga trabajo, por bien preparada que esté.

Hay muchas maneras, aparte del trabajo pagado, en que las personas con discapacidad pueden ayudar a su familia y a la comunidad. Quizás puedan aprender a ayudar con los quehaceres diarios del hogar. O tal vez puedan convertirse en líderes para movilizar a la comunidad. Como comentamos en el Capítulo 45, los campesinos con discapacidad que no pueden hacer trabajo pesado, a menudo son sobresalientes promotores de salud (a sueldo o voluntarios), trabajadores de rehabilitación, organizadores del pueblo o defensores de los derechos humanos.

Niño con muletas en la puerta, mirando hacia un sendero soleado y agradable.

Es importante que los programas de rehabilitación tengan muchas ideas de cómo ayudar a las personas con discapacidad a trabajar o integrarse en la comunidad. Con demasiada frecuencia, el capacitación que se le da a una persona con una discapacidad física la prepara para hacer trabajos que las personas que no tienen discapacidad pueden hacer igual de bien. El verdadero reto está en aprovechar los puntos fuertes, las experiencias y las cualidades singulares de la persona con discapacidad. En otras palabras, hay que ayudarle a encontrar un papel que pueda desempeñar en la sociedad mejor que la mayoría de las personas que no tienen discapacidad. Para bien o para mal, una discapacidad hace que la persona sea diferente a los demás. En vez de actuar como si esa diferencia no existiera, es mejor aceptarla y usar la discapacidad para profundizar y fortalecer a la persona, y ayudarle a desempeñar un papel que de algún modo destaque en la sociedad. Las personas como Helen Keller (una mujer ciega y sorda que llegó a ser una líder de la sociedad y un agente de cambio) pueden ser nuestros modelos.

Ni los programas de rehabilitación ni las familias deben decidir por el niño (o el adulto) qué trabajo hacer o qué papel desempeñar en la comunidad. Es mejor que pongan a su disposición cuantas oportunidades puedan.

Nuestra meta siempre debe ser abrirle puertas al niño; no cerrárselas.



Esta página se actualizó el 05 ene 2024