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El papel de la facilitadora
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El papel de la facilitadora es:
- Ayudar al grupo a tomar las mejores decisiones posibles.
- Mantener la conversación enfocada en el tema.
- Resolver los conflictos o interrupciones al orden del día.
- Ayudar a los participantes a escuchar y entenderse mejor entre sí.
La facilitadora debe entender cómo las diferencias de poder se manifiestan en el grupo. También ella debe señalar cuando las personas no siguen los acuerdos sobre cómo comportarse en el grupo.
Consejos de algunos educadores sobre cómo facilitar una reunión:
Mi objetivo es que todas y todos puedan entender lo que se comparta, por eso uso palabras simples al hablar y les explico por qué estoy haciendo lo que hago. |
Para animar al grupo a pensar en soluciones les leo todas las ideas que compartieron durante la reunión. |
En lugar de corregir a las personas o darles mi opinión, solo repito lo que dijeron y les pregunto “¿Por qué piensa así?” o “¿Nos puede decir más sobre eso?” Así les muestro que valoro sus opiniones. |
Observar el lenguaje corporal de las personas me dice lo que necesita el grupo. Si las personas están volteando hacia otros lados, tienen el ceño fruncido o se están durmiendo, les pido que me digan cómo se sienten o qué piensan. Entonces podemos hablar sobre lo que vamos a hacer. |
Si usted no sabe la respuesta a alguna pregunta, ¡no hay problema! Diga que va a buscar la respuesta durante el descanso o después de la reunión. O que va a invitar a alguien que tenga esa información para la siguiente reunión. |
Sumario
Fomentar la participación
Hablar en grupo funciona mejor cuando todas y todos participan en la misma medida y con la mayor igualdad posible, incluso si les cuesta trabajo hacerlo. Las facilitadoras exitosas le recuerdan a las personas que las ideas de todas y todos son importantes y es valioso que las compartan, sin importar cuantos años fueron a la escuela o si sienten que tienen menos poder que otros. Fomentar la participación es uno de sus objetivos más importantes, especialmente con personas que no saben leer, que se sienten incómodas al hablar en grupo o que son nuevas en el grupo.
Hay muchas maneras de fomentar la participación en los grupos:
Cambie el lugar donde se sientan las y los participantes, como se demuestra en la actividad Hablar sobre los anticonceptivos con jóvenes y adultos. Para hablar en grupo pida que se sienten en un círculo o de otra forma en la que todas las personas se puedan ver.
Dele al grupo un momento para pensar y reflexionar en silencio antes de comenzar a hablar sobre un problema o decisión importante. Cuando las personas hablen se sentirán más preparadas y más seguras de sus opiniones.
Divida a las personas en grupos pequeños de 2 ó 3 personas para hablar sobre un tema y después compartir lo que hablaron con el grupo completo. A menudo las personas se sienten más cómodas al compartir lo que se dijo en el grupo pequeño que su opinión individual.
Usar arte, teatro, movimiento y música durante las reuniones despierta la energía creativa de la gente y las anima a hablar. También son formas excelentes de comunicar o intercambiar mensajes con la comunidad. Pueden hacer murales comunitarios, carteles, collages, videos, y teatro.
Cada persona tiene algo que ofrecer. Al crear oportunidades para que todas y todos participen de diferentes formas en la reunión se visibilizan las habilidades de cada persona. Tomen turnos para facilitar, tomar notas, recordarles a los demás sobre la siguiente reunión, preparar comida y reunir materiales. Haga uso de las fortalezas de las personas y reconozca los esfuerzos de todos, sin importar qué tan bien hicieron la tarea que les tocó.
Resolver los problemas que surjan
Pueden suceder cosas inesperadas que interrumpen la reunión, incluso con un plan bien trazado. Las personas a veces se comportan de maneras que son difíciles para la facilitadora o para el grupo. Algunos temas pueden provocar sentimientos desagradables o conflictos en el grupo.
Cuando alguien se molesta durante la reunión, sea compasiva, respetuosa y ofrézcale su ayuda. Alguien puede reaccionar o molestarse por un problema que está teniendo en ese momento o algo doloroso de su pasado. Por ejemplo, si alguien ha sufrido violencia por parte de la policía, una conversación sobre la violencia en la comunidad le podría despertar sentimientos de miedo o de enojo. Ella puede querer explicar por qué se siente molesta y que el grupo reconozca sus emociones. Dele unos minutos para que haga esto. Puede hablar con ella por aparte después de la reunión y, si es necesario, recomendarle a alguien que pueda darle ayuda continua.
Cuando alguien del grupo habla demasiado, puede impedir que otras personas compartan sus ideas. Si sospecha que las personas no están participando porque alguien habla demasiado, usted le puede pedir a esa persona que respete el límite de tiempo o decirle que los demás necesitan tener la oportunidad de hablar.
Superar los conflictos
A veces, alguien actúa con enojo, le falta el respeto a los demás o dice cosas que molestan a otros participantes, como decir algo que daña la salud y los derechos de las mujeres. Ayudarle al grupo a manejar este tipo de conflictos puede ser difícil, pero también es necesario para que el grupo funcione bien y logre sus metas.
Si alguien dice algo irrespetuoso o se pone a discutir con otra persona, usted como facilitadora debe guardar la calma y mantener neutrales su lenguaje corporal y su expresión. Observe a otras personas del grupo para ver cómo responden. Si no se molestan o reaccionan, quizá sea bueno ignorar el conflicto, en especial si no está relacionado con el tema que el grupo está tratando.
Si los participantes están molestos, quizás sea útil explorar el tema antes de seguir con el orden del día. Puede invitar a la persona que dijo algo que molestó al grupo a aclarar lo quiso decir: “¿Puede darnos más explicación? ¿Tuvo alguna experiencia en la vida que le lleva a decir eso?” Trate de entender lo que está detrás de la opinión que compartió. Puede repetir la explicación de la persona para mostrarle que la está escuchando. A menudo las personas enojadas se tranquilizan cuando ven que se les escucha. Si no se tranquiliza, pídale por lo menos que deje hablar a otras personas.
Una vez que la persona se haya tranquilizado, pregúntele a las demás, “¿Alguien quiere compartir lo que piensa sobre esto?” Aunque puede ser difícil, no dé sus opiniones durante esta parte de la conversación.
Después de hablar sobre el problema durante algunos minutos, pregunte si está bien continuar con el siguiente tema para respetar el orden del día y el horario. Permita que el grupo hable más sobre el problema si es necesario y dígales que también pueden hablar después de la reunión o añadir el tema al orden del día de la siguiente reunión.
A veces hay personas a las que parece gustarles causar problemas o hacer sentir mal a los demás. Si su grupo tiene acuerdos, puede señalarle a esa persona que no está siguiendo los acuerdos. Quizás necesite ser firme. Puede decirle que otras personas están molestas y que como facilitadora, usted cree que lo mejor es continuar la conversación después de la reunión.
Cuando hay un conflicto o desacuerdo serio en un grupo, puede ser difícil tratar o resolverlo durante una sola reunión. Anote en algún lugar visible los temas que van a requerir más conversaciones o aquellos a los que no alcanzaron llegar por falta de tiempo. Así todas las personas saben que tendrán la oportunidad de hablar sobre estos temas más adelante. Separar los temas que requieren más tiempo le permite lograr las metas de la presente reunión sin olvidar las preocupaciones que surgieron.
En la siguiente reunión, pregunte si hay nuevas reflexiones, ideas o reacciones sobre el conflicto de la reunión anterior. Así las y los participantes pueden expresar los sentimientos o emociones desagradables que aún tengan sobre el conflicto y el grupo puede “cerrarle la puerta” a los malos sentimientos.
Ayude a todas y todos a sentir que tienen poder
Trabajar por el cambio social a menudo significa juntar a diversas personas, algunas de las cuales tienen más privilegio o una posición social más alta que otras. En sus reuniones el grupo puede enfrentar muchos de los problemas que están tratando de cambiar en el mundo. En los grupos mixtos, por ejemplo, de mujeres y hombres o de jóvenes y adultos, los hombres y adultos que tradicionalmente tienen más poder para tomar decisiones, quizás hablen más sin darse cuenta. Las personas pueden sentir vergüenza de hablar si creen que son muy jóvenes, tienen menos educación formal o tienen menos poder.
Una manera de abordar este problema es dividir al grupo en grupos pequeños, por ejemplo, los adolescentes en un grupo y los adultos en otro. Los grupos pequeños permiten que las personas tímidas se sientan más libres de hablar abiertamente. Después, una persona de cada grupo pequeño puede resumir la conversación o decisiones que tomaron frente al grupo entero.
Para fortalecer al grupo y lograr que las personas trabajen bien en equipo, haga una actividad que les permita ver los diferentes niveles de poder y privilegio dentro del grupo. El zarandeo del poder y Teatro de imágenes ayudan al grupo a pensar y a reflexionar sobre las dinámicas de poder. También puede hacer preguntas que fomenten el intercambio de ideas sobre las diferencias de poder dentro del grupo y cómo influyen en la experiencia de cada persona y su disposición para participar. Por ejemplo:
- ¿Qué diferencias hay dentro de nuestro grupo en edad, género, color de piel y acceso a recursos como la educación, el dinero y el poder?
- ¿Cómo pueden afectar esas diferencias nuestras conversaciones y nuestro trabajo en equipo?
- ¿Qué podemos hacer para garantizar que todas y todos puedan participar y para afirmar que todas las ideas son importantes?
Las actividades que motivan a que todas y todos tengan una participación significativa permiten que el grupo supere las diferencias y así tomen buenas decisiones.