Hesperian Health Guides

El problema de quemar los desechos

En este capítulo:

Para destruir los desechos médicos y los microbios que éstos contienen, muchas clínicas y hospitales los queman en un incinerador (espacio cerrado con fuego a alta intensidad). Quemar los desechos médicos puede parecer una solución fácil, porque se puede recolectar todo tipo de basura y simplemente echarla al incinerador. Sin embargo, quemar los desechos de esta forma crea más problemas de salud que soluciones.

La quema de basura, ya sea a cielo abierto o en un incinerador, emite con el humo productos químicos tóxicos al aire, y su ceniza deposita los tóxicos en los suelos y el agua subterránea. Cuando se queman desechos que contienen mercurio, plomo y otros metales pesados, se liberan estos venenos en el medio ambiente.

Ilustración de lo siguiente: Un hombre pone una balsa de basura en un incinerador y después palea cenizas en una bolsa marcada "Tóxico."
Por cada 3 bolsas de deschos quemados se producen:
1 bolsa de ceniza tóxica y otros productos químicos tóxicos que entran en el aire, la tierra y el agua.

Cuando los plásticos de las bolsas de suero y sangre, tubos y algunas jeringas se queman, desprenden sustancias químicas altamente tóxicas llamadas dioxinas y furanos. Estos productos químicos no tienen olor ni color y pueden causar cáncer, infertilidad (incapacidad para tener hijos) en hombres y mujeres, y ocasionar otros problemas graves de salud (vea el Capítulo 16 y el Capítulo 20).

A veces los incineradores no arden bien o no arden lo suficiente como para quemar completamente los desechos. Algunos incineradores están diseñados para quemar únicamente cierto tipo de basura, por ejemplo desechos de vacunas, pero al final terminan utilizándose para quemar medicamentos, plaguicidas y otros materiales tóxicos.

El primer paso para asegurar el manejo seguro de los desechos médicos es separar los materiales reciclables o reutilizables, y luego desinfectar los desechos que contengan microbios peligrosos. Si se aplican alternativas más seguras que la incineración, el juramento que prestan los trabajadores de salud de “primero, no dañar” puede extenderse incluso a la difícil tarea de deshacerse de los desechos.