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Tipos y niveles de actividades rurales
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No hay fórmulas ni recetas que indiquen cómo empezar un programa de rehabilitación rural. La forma en que un programa empiece dependerá de varios factores: el tamaño del pueblo, el número de niños con discapacidad y los tipos de discapacidades que tengan, el talento e interés de los padres y otras personas, los recursos disponibles, la distancia y las dificultades que existan para conseguir ciertos servicios de rehabilitación en otros lugares. También se debe tener en cuenta la posibilidad de conseguir la asesoría (voluntaria, si es posible) de fisioterapeutas y otros profesionales de rehabilitación, artesanos, promotores de salud, maestros de escuela y otras personas cuyas destrezas pudieran ser útiles.
Para que la rehabilitación esté al alcance de todos los niños que la necesitan, la mayoría de las actividades tendrán que hacerse en casa, con los familiares actuando como promotores de rehabilitación. Aun donde el dinero y los servicios profesionales están a la mano, el hogar y la comunidad siguen siendo los lugares más apropiados para casi toda la rehabilitación de la mayoría de los niños con discapacidad.
Pero para que la rehabilitación en casa sea efectiva, los familiares necesitan información cuidadosamente preparada y seleccionada, ayuda amistosa y mucho apoyo. A veces también necesitan que los servicios de rehabilitación y los trabajadores de salud los respalden con sus distintos conocimientos y técnicas.
Un programa de rehabilitación se puede organizar a base de una cadena de referencias y apoyo. La rehabilitación puede empezar en el hogar, con los consejos de un pequeño centro comunitario, operado por trabajadores del lugar con una capacitación limitada. De ser posible, el centro debe estar en contacto con el hospital ortopédico y el centro profesional de rehabilitación más cercanos y baratos, para poder mandar allí a los pocos niños que necesiten cirugía o terapia especial. Los profesionales de fuera (fabricantes de aparatos, terapeutas, etc.) pueden contribuir visitando regularmente al centro comunitario para dar clases. También pueden invitar a los trabajadores del equipo rural a participar como aprendices en sus clínicas y talleres en la ciudad. (Un aprendiz es alguien que aprende un arte u oficio ayudando a un experto en ese campo.)
Algunos pueblos son demasiado pequeños o no tienen los recursos necesarios para empezar su propio centro de rehabilitación. Sin embargo, en varios países se ha comprobado que una vez que se abre un modesto programa en un pueblo, la noticia corre y pronto empiezan a llegar más familias con niños con discapacidad de las comunidades vecinas. Con el tiempo, quizás el equipo de rehabilitación pueda ayudar a esas familias y personas con discapacidad a organizar sus propios ‘mini-centros’ en sus comunidades. Los trabajadores con discapacidad de esos ‘mini-centros’ podrían capacitarse trabajando como aprendices en el programa de rehabilitación centrol.
El Proyecto PROJIMO, en México, básicamente funciona como el modelo del cuadro de arriba, aunque con ciertas dificultades y obstáculos.