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¿Que futuro tiene un niño ciego?
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Cuando se vuelva mayor, podrá ser campesino o artesano. Y si tiene la oportunidad de que lo entrenen, podrá aprender casi cualquier oficio. En lugares donde se les da la oportunidad, muchas de las personas ciegas son muy activas en la comunidad y llevan una vida feliz y plena. En varios países, hay personas ciegas que se han convertido en líderes, y han organizado a otras personas con discapacidad en la lucha por sus derechos y su autosuficiencia.
Desafortunadamente, muchos niños ciegos no consiguen la oportunidad de desarrollar sus capacidades. En algunos países, más de la mitad de los niños que nacen ciegos mueren de hambre o por descuido antes de los 5 años de edad. Los 2 siguientes relatos muestran cómo la comprensión y la ayuda de la familia y la comunidad pueden ser de gran importancia en la vida de un niño ciego.
SHANTI
Shanti es una niña ciega que nació en un pueblito de la India. Cuando sus padres y sus abuelos se dieron cuenta de que estaba ciega, no le dijeron a nadie. Creían que un niño ciego era un castigo por los pecados cometidos. Si la gente del pueblo se enteraba de que Shanti estaba ciega, les perderían el respeto.
Por eso, un día llevaron a Shanti en secreto a un orfanato y la dejaron allí.
En el orfanato nadie sabía cómo cuidar a una niña ciega. Además había tantos otros niños que cuidar, que a nadie le quedaba tiempo para atender a Shanti.
La mantuvieron viva, pero nada más. Nadie le hablaba o la abrazaba con cariño, ni hubo quien tratara de estimular su desarrollo. Las enfermeras pensaban que Shanti no podía entender o reconocer nada a su alrededor. Así que mientras los otros bebés trataban de agarrar los objetos que veían y gateaban hacia las cosas que querían, Shanti se quedaba acostada silenciosamente en su catre.
La gente se acostumbró a la niña ciega. La movían cuando era necesario, la bañaban y le daban de comer. La alimentaban con un biberón o metiéndole comida en la boca. Pero nadie trató de enseñarle cómo comer sola, o cómo hablar o caminar.
A medida que iba creciendo, Shanti se pasaba más y más tiempo sentada junto a la puerta, meciéndose y picándose los ojos. (Vea la "Conducta extraña".) Nunca decía nada y sólo lloraba cuando tenía hambre. Los otros niños no se le acercaban; le tenían miedo a sus ojos muertos. Todos creían que tenía retraso mental y que no había forma de ayudarle.
Con el tiempo, Shanti empezó a hablar y a caminar. Pero la apariencia triste y dura de su cara nunca desapareció. Ahora, a los 7 años de edad en cierto modo es como una niña de 2 años. Pero, a la vez, se ve muy envejecida. Sólo podemos imaginamos qué será de su futuro.
RANI
Rani también es una niñita ciega que nació en otro pueblo de la India. Al igual que la familia de Shanti, cuando sus padres se dieron cuenta de que estaba ciega, se preocuparon por lo que diría la gente. Pero la abuela de Rani, quien había perdido la vista poco a poco 5 años antes, dijo, —Yo creo que debemos hacer todo lo posible por la niña. Véanme. Yo también estoy ciega, pero tengo los mismos sentimientos y necesidades que cuando podía ver. Y puedo hacer casi todo lo que podía hacer antes. Traigo agua del pozo, muelo el arroz, ordeño las cabras,...
—Pero usted ya sabía hacer todas esas cosas desde antes —dijo el padre— ¿Cómo va a aprender la niña si está ciega?
—Tenemos que ayudarle —dijo la abuelita—. Así como yo aprendí a hacer las cosas usando el oído y el tacto, así va a aprender la niña. Yo puedo ayudarle, pues ya sé cómo se siente. Además podemos pedirle ayuda a la promotora de salud.
Al día siguiente vino la promotora. No sabía mucho sobre la ceguera, pero sí un poco sobre el desarrollo infantil. Les aconsejó que le estimularan a Rani los sentidos dándole cosas para oír, tocar y oler. Así compensarían por lo que no podía ver. —Y háblenle mucho —les dijo.
La familia siguió sus consejos. Le ponían a Rani toda clase de objetos en las manos y le explicaban qué eran. Le dieron cascabeles y campanillas, latas y botellas para que hiciera ruido. La abuelita, sobre todo, se llevaba a Rani a todas partes y la hacia tocar y escuchar todo. Jugaba con ella y le cantaba. A los 2 años de edad, su abuela le enseñó a guiarse a lo largo de las paredes y el cerco, como ella lo hacía. A los 3 años, Rani ya sabía cómo ir sola a la letrina y al pozo. Y cuando tenía 4 años, la promotora de salud habló con los vecinos y organizó unas actividades NIÑO-a-niño sobre la ceguera con los niños. Después de eso, algunos niños se hicieron amigos de Rani e iban a jugar con ella. A veces todos se tapaban los ojos y trataban de encontrar algo o adivinar qué era alguna cosa. Rani casi siempre ganaba en estos juegos.
A los 6 años, Rani empezó a ir a la escuela. Sus amigos iban por ella todos los días. Cuando se iban caminando todos juntos, era difícil adivinar quién estaba ciego.