Hesperian Health Guides

Metodo para mejorar la conducta y el aprendizaje

En este capítulo:

Paso 1. Observe las situaciones en las cuales el niño se porta mal.

Para ayudarle al niño a portarse mejor, primero observe qué pasa alrededor del niño y qué le sucede a él cuando empieza a portarse mal. Obsérvelo cuidadosamente una o dos semanas. Para darse cuenta mejor de lo que pasa, apunte sus observaciones. Trate de que sus notas sean claras, sencillas y no muy generales. Tome nota de cualquier cosa que pudiera estar causando la mala conducta del niño y apunte qué parece ser lo que él gana al portarse mal. Por ejemplo, la mamá de Raúl podría tomar estos apuntes:

Raúl en su silla alta, llamando a su madre mientras ella le habla a él y a los demás niños.
¡MA!
Aquí tienes tu desayuno, Raúl.
¡MA!
Marta y Pepe, coman rápido para que se vayan a la escuela.
¡Estate quieto, Raúl
Estoy ocupada!
¡MA!
“Lo puse en su silla y le di el desayuno.” “Luego me puse a alistar a los otros niños para que se fueran a la escuela.” “Raúl me estaba grite y grite, pero yo estaba ocupada y le dije que se callara.”


Pepe hablando y luego su madre golpeando a Raúl y gritándole.
¡Mamá! Raúl está tirando la comida otra vez.
ZAS
NINO MALO!
Ahora callate y come.
Raúl, no vuelvas nunca a tirar la comida o te va a pesar.
¿Oyes?
“Empezó a tirar la comida.” “Le pegué.” “Empezó a llorar y para que se callara le di el desayuno yo misma.” “Ya que le di de comer lo puse en el suelo para que jugara.”

Paso 2. Basándose en sus observaciones, trate de entender por qué su niño se porta como lo hace. Busque las respuestas a estas preguntas:

  • ¿Cuál es la causa de que el niño se porte mal?
  • ¿Se debe su conducta en parte a que tiene miedo o se siente inseguro?
  • ¿Se debe su conducta en parte a las respuestas confusas de usted y de otras personas?
  • ¿Qué buenos resultados le da al niño la mala conducta que lo animen a repetirla?


Observando las situaciones en las cuales Raúl tiraba la comida, la mamá empezó a descubrir las respuestas a estas preguntas:

  • “Raúl casi siempre tira la comida cuando lo dejo solo—y más cuando estoy ocupada con mis otros niños.”
  • “Cuando respondo a la mala conducta de Raúl, a veces me contradigo. Porque al mismo tiempo que lo regaño, le estoy dando la atención que él quiere (dándole de comer como si fuera bebé).”
  • Tirando la comida, Raúl consigue lo que quiere.


POSIBLE EXPLICACION DE POR QUE RAÚL TIRA LA COMIDA

QUE LO PROVOCA LO QUE PIERDE TIRANDO LA COMIDA LO QUE GANA
  • La familia no le hace caso a Raúl. Su mamá no le presta atención mientras que atiende a los otros niños.
  • Quizás Raúl tenga miedo de que si come solo le harán aún menos caso. El depende mucho de la atención y los cuidados de su madre.
  • Su mamá se enoja, le pega y lo regaña.
  • Toda la familia le hace caso
  • Su mamá deja de hacer lo que estaba haciendo y viene a verlo.
  • Si llora cuando su mamá le pega y lo regaña, luego ella lo consuela y lo trata como bebé.
  • Y luego se puede poner a jugar.
  • Al conseguir que su mamá le dé de comer como bebé, se calma su miedo de que va a volverse mayor y de que va a perder el cariño y el cuidado de su mamá.
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Paso 3. Fije una meta para el mejoramiento de la conducta del niño.

Si el niño tiene varios problemas de conducta, es mejor tratar de resolverlos uno por uno. Sea positivo. Trate de fijar la meta desde el punto de vista de la buena conducta que se desea, y no de la mala conducta que se quiere evitar. Para Raúl, la meta podría ser ‘aprender a comer solo y en paz’ (no simplemente ‘ya no tirar la comida’).

Asegúrese de que el niño pueda alcanzar las metas, dado el nivel de su desarrollo.

Paso 4. Haga un plan para ayudarle al niño a mejorar su conducta.

Siempre premie la ‘buena’ conducta. Cada vez que el niño se porte como usted lo desea, muéstrele su aprecio de inmediato. Puede usted felicitarlo, abrazarlo o permitirle hacer algo especial (como jugar con su juguete preferido). O dele un poco de su comida favorita. Pero es mejor premiar con comida sólo a los niños flacos o cuando no haya otro modo de hacerlo. No premie con comida a los niños gordos.

Siempre que sea posible, cuando el niño se porte mal, en vez de castigarlo no le haga caso. Si los padres premian al niño cuando se porta bien en vez de castigarlo cuando se porta mal, todos se sentirán mejor.

Siempre premie la buena conducta, nunca la mala. Esta es la clave del método para mejorar la conducta.

Por ejemplo, cada vez que Raúl coma solo, sin tirar la comida, toda la familia puede aplaudir y felicitarlo.

Raúl descubre que si se porta bien, recibe atención y premios.
La madre de Raúl le habla mientras él se sienta tranquilamente y come.
¡Muy bien, Raul! Ahora ya comes como Marta y Pepe.

Pero cuando tire la comida, la familia no le deberá hacer caso, excepto quizás para decirle algo como “No me parece bien lo que hiciste, Raúl,” o “A la otra voy a tener que quitarte el plato porque ya me cansé de estar limpiando tu tiradero.” (Ponga en claro que éste es un resultado, no un castigo.) Siempre cumpla con lo que diga.

Raúl pronto aprende que tirando la comida no gana nada.
La madre y la hermana de Raúl hablando mientras él llama desde su silla.
Como te fue hoy en la escuela, Marta?
¡MA!
Bien, Mama.

OTROS CONSEJOS:

  • No cambie a cada rato su modo de reaccionar a la conducta del niño. Si a veces premia al niño cuando se porta bien, pero a veces no, o si a veces no le hace caso cuando se porta mal y otras veces lo regaña o hace lo que le pide, lo confundirá. Así probablemente no mejorará su conducta.

¡ADVERTENCIA! Cuando use este método, puede que al principio el niño se porte peor. Cuando Raúl vea que su madre no le presta atención cuando tira la comida, quizás tire el plato también. Es muy importante que su madre no se rinda y que no le dé lo que pide, sino que siempre responda igual. Sólo si ella es firme, aprenderá él que consigue más de lo que quiere portándose bien que portándose mal.


  • Acérquese a la meta que fijó poco a poco y a pasos chicos. Si avanza dando pasos chicos y bien definidos, el niño aprenderá más fácilmente. Y tal vez pueda evitarse un período de peor conducta al principio.

    Por ejemplo, sería mucho pedir que de repente Raúl empezara a comer solo y con calma cuando su mamá está ocupada con los otros niños. En vez de eso, ella le puede ayudar a llegar a la meta poco a poco.
Podría empezar, por ejemplo, dándole de comer después de que sus hermanitos se hayan ido a la escuela. Así ella puede estar con él mientras come. El siguiente paso podría ser que ella hiciera algo de su trabajo mientras Raúl come, pero que continuara hablándole y felicitándolo si lo hace bien.
La madre de Raúl le habla mientras lo ve comer.
¡Muy bien! ¡Que buen nino!
Ahora toma otro cucharada
¡Muy bien!
La madre de Raúl le habla mientras él come y ella trabaja en la cocina.
¡Muy bien, Raúl! Comes como un niño grande!


De este modo Raúl aprenderá que su mamá no lo abandonará si come solo, sino que al contrario, ella le prestará más atención que cuando tira la comida.

Paso 5. Una vez que la buena conducta del niño se convierta en un hábito, poco a poco empiece a tratarlo de una forma más natural.

Este método por lo general es muy efectivo. Sus respuestas a las acciones del niño están cuidadosamente planeadas y siempre son iguales. Pero esta forma de relacionarse no es muy natural. Padres e hijos, como toda la gente, necesitan aprender a relacionarse unos con otros no de acuerdo a un plan, o porque cada buena acción trae consigo un premio, sino porque disfrutan estar juntos, haciéndose felices.
Pepe habla mientras la familia se sienta a la mesa y come.
Que bueno que ahora podemos comer todos juntos en paz!

Por eso, cuando se haya establecido bien la nueva conducta del niño, el último paso es ir dando menos premios, al mismo tiempo que se va compartiendo el placer de una mejor relación.

Fije metas razonables—según el nivel de desarrollo del niño

Sea realista cuando fije cualquier meta para su niño, ya sea para el desarrollo de sus habilidades o el mejoramiento de su conducta. Primero trate de determinar el nivel de desarrollo de su hijo y fije una meta de acuerdo a ese nivel. (Para determinar el nivel de desarrollo del niño, vea el Capítulo 34, Desarrollo del niño y retraso del desarrollo.)

Consideremos a Erica, la niña que llora y grita cada vez que su mamá no la carga. Erica está retrasada (no se ha desarrollado lo normal para su edad). Según el nivel de su desarrollo (no su edad), su madre puede planear algunos pasos que le ayuden a evitar los berrinches:

la madre de Erica le habla
Me da mucho gusto que ya no llores. Idame un ABRAZO!

Vamos a suponer que el nivel de desarrollo de Erica es el de una niña muy chica. Ella tiene poco control de las manos y todavía no puede jugar sola ni imitar a otras personas. Por eso hay que empezar con pasos básicos y mensajes claros y sencillos. Su mamá la puede bajar al suelo un ratito y hablarle y cantarle mientras no haga un berrinche. Pero si hace un berrinche, su madre debe dejar de hacerle caso y nunca debe dejar que Erica se salga con la suya. Puede prestarle atención y premiarla justo en el momento en que deja de llorar y gritar— aunque sólo sea para tomar más aire. Así Erica aprenderá que recibe más de lo que quiere portándose bien que haciendo berrinches.

Habla la madre de Erica y otro niño.
Que linda nina! Me ayuda a lavar la ropa.
Yo te ayudo, Erica!

Ahora supongamos que el nivel de desarrollo de Erica está algo más avanzado. Le gusta usar las manos e imitar a su mamá. Los pasos para mejorar su conducta pueden empezar a ese nivel. Su mamá la podría sentar a la orilla del río para que ella juegue a que está lavando la ropa. De ese modo sentirá cerca a su madre y tendrá menos miedo de que la deje sola. Su madre puede hablarle y felicitarla todo el tiempo.

Nota: A este nivel, Erica no querrá estar siempre haciendo lo mismo. Para evitar que vuelva a hacer berrinches, su mamá tendrá que cambiar las actividades a cada rato y hablarle mucho. Ayudaría mucho que Erica pudiera jugar con otros niños.


un niño poniendo clavijas en los agujeros mientras una mujer observa.
Una de las mejores maneras de ayudar a un niño a adquirir nuevas habilidades es prestándole mucha atención, animándolo y felicitándolo cuando se esfuerce. Foto de Sonya Iskov, tomada de Educación especial para alumnos con deficiencia mental

Ayude al niño a entender mejor su mundo

El método para mejorar el aprendizaje del que hemos estado hablando es algo parecido a la llamada ‘terapia de conducta’ o ‘modificación de la conducta’. Pero para nosotros es más importante mejorar la comunicación para ayudar al niño a entender el mundo que lo rodea. En vez de ‘cambiar la conducta del niño’, preferimos ayudar al niño a comprender las cosas claramente para que él decida actuar de una forma que produzca una vida más feliz para todos. [Este es el punto de vista que presentan Newson y Hipgrave en Getting Through to Your Handicapped Child, de donde tomamos muchas ideas para este capítulo, y que recomendamos mucho.]

Para lograr esto, primero los padres aprenden a entender y cambiar su propia conducta con su hijo. Buscan formas de comunicarse con él que sean consistentes, le den apoyo y refuercen su buena conducta.

El método para mejorar la conducta muchas veces puede ayudarles a los niños retrasados, como Raúl y Erica, a relacionarse mejor con otras personas y a desarrollar habilidades básicas más rápidamente.

Este método se puede usar casi a cualquier edad. Por lo general, es más fácil usarlo con niños más chicos (nivel de desarrollo entre uno y cuatro años de edad). Empezando a una edad temprana, a veces se puede evitar que los pequeños problemas de conducta se vuelvan problemas mayores después. Para el niño muy pequeño o muy retrasado, hay que fijar metas muy básicas y avanzar a pasos pequeños. Para lograr cada avance, quizás se necesite mucha repetición y constantes felicitaciones y premios.

A veces los niños mentalmente normales pero con discapacidades físicas también tienen problemas de conducta. A ellos también les puede ayudar el método del que hemos hablado. Usted leer el relato de un niño así, llamado Jorge.

Jorge es un niño inteligente de 10 años de edad, con las piernas paralizadas a causa de polio. Vive con su abuela, a quien le causa muchos problemas. Jorge es muy escandaloso, grosero y berrinchudo. Siempre que juega con otros niños, termina peleándose. Jorge ha causado tanto alboroto en su salón de clases que hace poco su maestro amenazó con correrlo si no se portaba mejor. Su maestro y su abuela ya están cansados de regañarlo y hasta le han pegado, pero sólo han conseguido que se porte peor. Como dice su abuela, “Le encanta hacer enojar a la gente.”

Jorge usa su muleta para golpear a otro niño en el aula.

Hace poco, su abuela lo llevó al centro de rehabilitación del pueblo para pedir consejo. Uno de los promotores le ayudó a fijarse en cómo actúan los dos, para tratar de entender por qué Jorge se porta tan mal. Ella se dio cuenta de que:

  • Cuando Jorge se está quieto y se porta bien (que no es muy a menudo), nadie le hace caso.
  • Por eso, Jorge siente que nadie lo quiere y que no sirve para nada. Ansioso de que alguien le preste atención, la consigue haciendo enojar a la gente.
  • La mala conducta de Jorge, por lo tanto, le trae mucho contacto con otras personas, aunque sea doloroso. Las pocas veces que trata de portarse bien, siente que nadie lo quiere ni lo necesita.


De verdad que lo quiero, —dijo su abuela—. Pero supongo que no se lo demuestro. ¡Es que me causa tantas angustias!

Para empezar a portarse mejor, Jorge necesitaba descubrir que se podría acercar más a la gente portándose de una manera amistosa y servicial, y no portándose mal. Por eso, el trabajador de rehabilitación—junto con la abuela de Jorge, el maestro, los niños de la escuela, el equipo de rehabilitación y Jorge mismo—buscaron maneras de ayudarle a comprender que la buena conducta da mejores resultados que la mala.

La abuela de Jorge le habla.
Muchas gracias por traer la leña. ¡Ven a comerte el pan dulce que te hice!


En casa, la abuela le empezó a buscar trabajos a Jorge y le mostraba su aprecio cuando los hacia. Ella le hizo una mochila con los lados abiertos para que él pudiera cargar leña. Además ella aprendió a no hacerle caso cuando se portaba mal, y a demostrarle lo feliz que se sentía cuando él se sentaba calladamente a hacer su tarea o a desgranar maíz.


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En la escuela, el maestro habló con los niños sobre cómo incluir a Jorge en sus juegos. Cuando jugaban futbol, dejaban que Jorge fuera el portero (arquero). Para sorpresa de todos, Jorge resultó ser muy buen portero. Con las muletas podía alcanzar la pelota mejor que los otros niños y también pegarle más fuerte. Muy pronto todos querían tener a Jorge en su equipo. Al principio Jorge se peleaba con los demás. Pero siempre que lo hacía, le pedían con calma que se fuera a sentar. Así aprendió a dejar de pegarles a los niños para poder seguir pegándole a la pelota.

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En el centro de rehabilitación rural, el promotor invitó a Jorge a hacer juguetes educativos para niños con discapacidad. Le enseñó a Jorge cómo empezar y luego lo felicitaba por cada juguete que terminaba. Pronto Jorge aprendió a hacer los juguetes él solo. Estaba muy orgulloso de su trabajo y se ponía muy feliz cuando veía a otros niños con discapacidad jugando y aprendiendo con sus juguetes. Jorge ha decidido que cuando sea grande, va a ser trabajador de rehabilitación.


‘Suspensión’ o ‘no recompensa’ en vez de castigo

En el relato parece fácil cómo la familia y los amigos de Jorge le ayudaron a portarse mejor. Pero en la vida real, las cosas no son tan fáciles. A veces un niño se porta tan mal que su conducta no se puede soportar y menos ignorar.

En general, para que la mala conducta aburra al niño, lo mejor es no darle ninguna respuesta favorable. Al mismo tiempo, asegúrese de premiar la buena conducta. Así, el mal comportamiento no le dará satisfacción al niño (en vez de conseguirle todo lo que quiere).

Por ejemplo, cuando Raúl tire la comida, en vez de entretenerlo regañándolo y dándole de comer, su mamá debe quitarle el plato e irse por unos 3 ó 4 minutos—para que la situación sea lo más aburrida posible.

Quitarle la comida al niño puede parecer castigo. Pero es mejor tratar de hacer la situación menos interesante en vez de desagradable. Para que el niño se aburra más, a veces lo podemos dejar solo en un lugar por un ratito. Llamamos a esto ‘suspensión’ (se suspende toda actividad).

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Por ejemplo, cuando la abuela de Jorge empezó a usar el método para mejorarle la conducta, para hacerla enojar, Jorge gritaba y les pegaba a las gallinas con sus muletas. Pero en vez de regañarlo como antes, la abuela simplemente le decía que si no se calmaba iba a tener que pasarse un rato en ‘suspensión’ en la esquina. Luego, si Jorge no se portaba mejor, lo llevaba a la esquina y le decía que se tenía que quedar allí durante 5 minutos después de callarse. Ponía un reloj despertador para que sonara en 5 minutos. Al principio, Jorge se ponía a gritar desde la esquina, pero cada vez que lo hacía, su abuela cambiaba el reloj para que sonara 5 minutos después de que él se hubiera callado. Mientras tanto, ella no le prestaba atención y seguía trabajando.

De este modo, en la esquina Jorge aprendió que para que la vida se volviera interesante otra vez, él se tenía que portar bien. Como era listo, aprendió rápido. (A los niños lentos les toma más tiempo.) La suspensión debe ser más como una ‘no recompensa’ que como un castigo. Pero, como la suspensión es algo que un adulto le impone a un niño, puede parecer un castigo. Trate de sólo usarla cuando otras formas de ‘no premiar’ al niño no sirvan. Es mejor empezar con un período de suspensión de no más de 5 minutos (menos para un niño muy chico). Si en 5 minutos el niño no se porta mejor, hágale saber al niño que está pensando en ‘suspenderle’ otros 5 minutos. Nunca deje al niño en ‘suspensión’ por más de media hora aunque no se haya calmado.

¡PRECAUCIÓN! Para un niño menor de 5 años o un niño muy retrasado, no extienda la suspensión más de 15 minutos y pregúntele al niño a cada ratito si ya se va a portar bien.




Esta página se actualizó el 01 feb 2021